Un día Tito vino a verme muy nervioso. Un grupo se había metido en la embajada, aquello estaba muy extraño y el quería que yo fuera a verlo con mis propios ojos. Nos fuimos en su moto y bajamos por 70, rumbo al mar. Al llegar a 70 doblamos hacia la derecha y al llegar frente a la embajada nos detuvimos. Había muchísima gente en la calle que queda al costado. Probablemente unas quinientas personas. Unos cuantos policías se paseaban nerviosos en la acera de 5ta avenida, pero no se acercaban al grupo. La gente gritaba “Libertad! Libertad!, Libertad!”. Me di cuenta que Tito quería irse, pero algo me decía que aquello no resultaría. No los iban a dejar irse. Al menos no sería fácil. Se lo dije bien claro: “No te metas ahí, que eso es candela”. Unos días mas tarde aquello se convirtió en los sucesos de la embajada del Perú. Después Tito calló preso por falsificar papeles: Se hizo pasar por homosexual y drogadicto para que lo dejaran irse por el Mariel. Cuando salió y vino a verme yo no pude entenderlo. Para mi aquello era inaceptable. Pasó mucho trabajo. Lo humillaron, le hicieron mítines de repudio, le tiraron huevos. Finalmente logró irse por Méjico. Cruzó la frontera y fue a dar a Miami. Cuando nos encontramos hace unos años le pregunté si podía perdonarme no haberlo apoyado cuando lo del Mariel.
-No fue culpa tuya -Me dijo- Todos fuimos victimas.
Toda su amargura salió condensada en una sola lágrima.
La mía la llevo aún adentro.
6 comments:
Yo era un adolescente cueando aquello. Todavía no pensaba siquiera que me nacieran ganas de irme del país. Lo tenía todo, sobre todo la coraza demis padres para que no sufriera antes de tiempo.
Y nosotros aquí, deseando que la familia se metiera en la embajada, pero creo que al final fue mejor que no lo hicieran.
Precisamente cuando sucedieron aquellas cobardes infamias llamadas "actos de repudio" fue que me volví contrarrevolucionario. Juré dos cosas: un día mataría a un comunista y me iría de aquel país de mierda. Hasta ahora sólo cumplí lo segundo.
Yo tenía solo 17 años. recuerdo que fueron unas guaguitas a mi pre, en Belascoaín, y nos sacaron de las clases y nos llevaron para Miramar, y allí nos tuvieron un montón de horas esperando a que nos tocara desfilar frente a la Embajada para "repudiar" a la "escoria". Una amiga mía y yo agarramos a caminar por la 5ta Avenida - no había transporte, todo paralizado - pasamos el puente de hierro y seguimos caminando no se cuantas cuadras hasta nuestras casas - la mía en San Lázaro y Lealtad, la de ella casi llegando a Prado. Me acuerdo que el chivato presidente del comité me preguntó que hacía allí, y yo le dije que me sentía mal y había tenido que regresar. Poco despues a mi amiga le llegó la salida, yo fui al aeropuerto a despedirla, y lloramos las dos a mares. Una escena similar se repitió con mi hija y sus amigas hace solo 5 años. Aquello es la historia sin fin.
Y yo, Al, también la llevo adentro, a pesar de haber sido un chama (9 solamente tenia cuando aquello). No tiré huevos ni piedras, pero si vi a quienes le tiraron y quienes tiraron.
Saludos desde Londres.
Fue duro aquel tiempo.
Creo que fue el momento más bajo en las relaciones humanas en Cuba. La polarización llegó al máximo. Eramos los buenos y los malos. Yo era bueno. Todo el que no apoyara la revolución era malo. Tito quedó del otro lado de la cerca. Yo tampoco tiré huevos a nadie ni participé en ningún mitin de repudio. pero solo el hecho de no haber entendido a los que estaban de acuerdo es una tortura desde entonces. A mi también lo que me hizo reconsiderar mi apoyo al comunismo fue la intolerancia oficial por las ideas alternativas.
Gracias a todos por venir.
Saludos,
Al Godar
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