Sunday, September 30, 2007

Hongos

Aquí estamos llegando al otoño.

No obstante la temperatura es aún francamente de verano.

Las flores tardías han comenzado a salir hace apenas una semana.

Y los hongos también.

Claro que hay hongos de verano y de primavera, pero los de otoño son más escandalosos.

Aquí les van unas muestras.

Sunday, September 23, 2007

El Lacio

El Lacio no aceptó. Pudo haberlo hecho y haberse ahorrado el mal rato. Pero era un luchador. Prefirió enfrentarse a la turba e irse con su cabeza en alto. Dijo que a el había que botarlo porque el no renunciaba.

Otros tres se acogieron a la oferta de irse discretamente. Renunciaban por propia voluntad.

El presidente de la feu del aula explicó el objetivo de la reunión: La masa denunciaría espontáneamente a los estudiantes con problemas ideológicos, homosexuales, apáticos, etcétera. Que quedara bien claro que la universidad era para los revolucionarios.

El Lacio, aunque participaba en todas las actividades y era muy buen estudiante, era homosexual confeso y eso era más que suficiente.

Lo acusaron de que no participaba en las actividades. Saco una libretita del bolsillo y preguntó desafiante: “A cuál actividad dices tú que yo falté?” Alguien dijo que se veía “claramente” que El Lacio no era revolucionario. No tragó. Dijo que eso era subjetivo. Trataron por otros lados. Le preguntaban algo y cuando iba a responder lo interrumpían y no lo dejaban hablar. El ni se inmutaba. Esperaba a que se callaran y le preguntaran de nuevo. Parecía que iba a salvarse. Entonces a alguien se le ocurrió que El Lacio tenía el pelo largo. Ahí fue donde falló. Si no hubiera sido allí, de todas formas hubiera fallado en algún otro lado. Era imposible escaparse.

Pudo haber dicho que lo disculparan, porque era un poco distraído y que se comprometía a pelarse disciplinadamente. Pero cometió el error de decir que El Che también tenía el pelo largo. Un breve silencio. Todos creímos que la respuesta era correcta. Pero no. Ismael, el secretario de la ujotacé se paró y arremetió contra El Lacio con todo tipo de improperios. No dijo nada concreto. Lo ofendió con cuanto adjetivo despectivo pudo encontrar. Le preguntó que cómo se atrevía a compararse con el Che. En ese momento Ismael hizo una pausa momentánea para coger aire y seguir la diatriba. El Lacio con voz calmada le respondió: “Ustedes me enseñaron que debíamos ser como el Che”.

Alguien empezó a gritarle que se fuera. Varios más se sumaron al coro. La masa enardecida clamaba por que se fuera. El Lacio respondió algunos insultos mientras iba camino de la puerta con su cabeza en alto.

Saturday, September 22, 2007

Chori

La Habana Vieja del 1963 tenía un olor particular.

Temprano en las mañanas, cuando el sol aun no había desatado ese calor asfixiante que tupe el pensamiento, se sentía un olor característico que nunca he encontrado en ningún otro lado.

He leído en algún sitio que es el olor a mercaptano, una sustancia que adicionaban al gas de cocina para ayudar a reconocer las fugas.

Puede ser.

Pero indudablemente que había mucho de olor a sudor y a esperma, a cáscara de plátano y a borra de café.

Y era ese olor el que servia de fondo a aquel letrero sobre las piedras viejas. Preludio del graffiti. Estaba en todas las paredes desde el parque Central Hasta la Avenida del Puerto: CHORI.

Escrito cuidadosamente con tiza blanca sobre los muros. Caligrafía impecable. Solo un nombre.

¿Pero quien era Chori?

Con mi curiosidad de adolescente pregunté a mucha gente. Nadie pudo decirme. Todos se encogían de hombros y apretaban los labios. ¡Quess-seyó!

Un día fui caminando todo O’Reilly desde Egido hasta El Castillo de la Fuerza contando todos los choris. Sesenta y cuatro veces.

¿Cuál era el mensaje?

Nunca lo supe.

Me fascinaba la profesionalidad con que ese personaje arremetía contra la apariencia de las paredes.

Algunos años más tarde leí en algún lado que era un músico devenido pordiosero.

Me gustaría mucho leer algo sobre este personaje.

¿Es que alguien puede aportar alguna información?

¿Alguna foto?

Friday, September 21, 2007

El remate

En el último tiempo del partido yo había tenido poco que ver con la pelota. Una sola vez me tocó el saque. Los tantos cayeron uno tras otro. Ganábamos fácilmente y sin esfuerzo. Gerardo pidió un tiempo para hablar con nosotros y allí mismo fue cuando Marisol me dijo que tenía que irse y que me esperaba a las 8 como de costumbre. Me besó fugazmente en los labios y me deseó que ganáramos.

De regreso al terreno, me di cuenta que estábamos jugando con el sol de frente, pero ya solo nos faltaban dos tantos para terminar. Un saque mal recibido del lado de allá. Tensión. La puntilla.

Otro saque. Esta vez contestan pero muy débil. La bola esta en nuestra parte. José Luis recibe y la eleva al centro. El Jimmy se mueve hacia el centro, pero Andrés lo interrumpe con un grito. Levanta la mano derecha hacia mi como preguntando. Le digo que si y me impulso. Se coloca bajo la bola y me hace un pase limpio. Carmelo se mueve nervioso a mi derecha. Froilán da un paso hacia atrás para dejarme a mí. Doy tres pasos y salto. Aquí está la bola al alcance de mi mano, a la altura de la net. Del otro lado saltan Juanito y Valle con las manos en alto, las palmas hacia la net y los dedos abiertos. Me miran a los ojos tratando de adivinar por donde voy a rematar. Se nota la ansiedad en sus caras. Se impacientan. Yo no se aún por donde voy a rematar, pero me gusta esa sensación de que ellos dependan de mi. Demoro la decisión hasta última hora. Ya llegamos los tres al punto máximo en el salto. Este es el momento apropiado para rematar. Miro a los ojos de Juanito. Está tenso. Si remato hacia la izquierda el que puede hacer algo es Valle. Lo miro y me parece que ya captó la idea. Es vivo Valle. Abre más los dedos y agita las manos como para distraerme. Miro a un punto en el terreno detrás de él, un poco a la izquierda, casi llegando a la línea lateral. Enrique se mueve rápido hacia atrás para cubrir esa área. Mi mano derecha se lanza hacia la pelota con furia. Las manos se agitan del lado de allá de la net. Herminio y Aurelio se lanzan desde atrás al punto que yo miraba. Entonces me doy cuenta que a la derecha, detrás de Juanito no hay nadie. Freddy esta muy lejos y no puede llegar. Detengo mi mano a unos 5 centímetros de la bola. La dejo que caiga un poco. Valle me mira sin entender. Puedo leer la pregunta en sus ojos: "Por que no remataste?”

La posición era cómoda. El pase en tiempo. El pase había sido aceptable. Y en el último momento me arrepiento. Ya casi llegaban nuestros pies al piso cuando mi mano derecha se mueve muy rápido hacia arriba y golpeo la bola brevemente con la punta de los dedos. Muy lentamente la bola se eleva unos centímetros sobre la net y se dirige hacia el otro lado. Entonces todos se dan cuenta. La bola va a picar allí un metro detrás de Juanito, que por entonces esta llegando al suelo. Su cuerpo se arquea desesperadamente hacia atrás, pero a sabiendas de que no puede llegarle. Valle estira su mano en una mueca de angustia e impotencia. La bola sigue su parábola inexorable y se va acercando al piso centímetro a centímetro. Allá a la derecha, fuera del terreno, Alfredo, que es el entrenador del otro equipo, consume la emoción a borbotones. Se inclina hacia adelante como para ayudar a detener la bola. Mira a todos sus jugadores y comprende que nadie puede hacer nada. Sabe que va a perder. No es nada nuevo. Lo sabía desde hace rato, pero el último tanto duele más que ninguno. Todos se han quedado congelados, como en una fotografía.

Mis ojos van siguiendo la bola que desciende del otro lado de la net. Ya va a golpear el piso. Hay un instante de silencio inusual y de repente todos estallan en gritos.

La punta de mis pies contacta con el piso. Me estremezco y caigo hacia delante. La bola choca contra el terreno y se deforma un poco.

Frente a mi, Valle también ha caído hacia delante. Sus manos buscan a tientas de que agarrarse y se enredan con la net. La pelota rebota y se eleva nuevamente. Valle y yo chocamos estrepitosamente. Siento el golpe en la boca. Rodamos por el piso. La pelota vuelve a rebotar un par de veces y luego sale del terreno. Ya nadie trata de golpearla. Todos están muy agotados. Norma grita algo y la gente se ríe allá en el banco.

Andrés, José Luis y el Jimmy gritan y se ríen. Froilán se come las uñas y Carmelo limpia sus espejuelos y se los pone.

Valle se faja con Freddy que debía estar cubriendo esa zona. Aurelio señala alternativamente al sitio en el que cayó la bola y el lugar donde el estaba, y le grita a Herminio que no acaba de entender que culpa pudo haber tenido él. Enrique mira hacia todos lados como tratando de justificar algo. No hace falta. Nadie le hace caso. Alfredo suena el silbato y va a quitar la net para guardarla. Su cara está seria. Triste quizás. Comienzan a circular de mano en mano, botellas de refrescos, toallas y camisas. Yariel va a buscar la pelota y la trae golpeándola contra el piso. Se la da a Gerardo que la guarda en su guartico. Allá va también la net.

Yo me quedo un momento en el piso mirando como todo se transforma. Andrés viene a felicitarme por la jugada. A lo lejos veo a las muchachitas que se peinan. Me incorporo. Salgo dando tumbos. Me duele el labio superior. Me paso la mano por la boca que sangra ligeramente.

Al fin tranquilos

Yo estaba nervioso. No se por qué. Presentía que algo iba a pasar. Desde hacia rato se oían ruidos allá afuera. Poco a poco me fui dando cuenta que sería algo muy grande. Algo que nunca me había pasado antes. Por más que trataba de acomodarme, no encontraba como ponerme. Todo me molestaba. Yo estaba tan acostumbrado al confort y la seguridad que apenas podía aceptar en mis presentimientos, que aquello podría terminar y que me vería sometido a un mundo lleno de peligros y de incomodidad.

Cada vez me sentía más asustado. El corazón me latía con más fuerza que nunca. De pronto, el ruido allá afuera se hizo insoportable y empecé a sentir tirones de allá para acá. Pensé que aquello sería el final. Pero no. Poco a poco todo volvió a la normalidad. Me quedé un rato grande esperando, pero no pasó nada más.

Por fin me quedé dormido pero no por mucho tiempo. El asunto es que al cabo de un rato, de nuevo comencé a sentir aquella agitación. Me estiré. Me viré para el otro lado. Por primera vez comencé a sentir que me faltaba espacio para moverme. Y aquella inquietud, que no me dejaba. ¿Por que no podía estar tranquilo ?. En realidad no me dolía nada. Hubiera preferido que fuera un sueño. Hubiera preferido que me dejaran tranquilo. Pero al contrario, comenzaron a zarandearme otra vez de allá para acá. Me alteraba aquel ruido allá afuera. Tenía miedo. Me iba volviendo cada vez más sensible. Todo me molestaba. Una sensación como de picazón me empezó a llegar de todo el cuerpo. Volví a virarme. La picazón aumentaba. Afuera todo se agitaba frenéticamente. Y yo muerto de miedo. Nunca me había sentido tan nervioso. No podía hacer nada. Me sentía muy molesto, pero no sabía que hacer. Esperaba que aquella pesadilla terminara de un momento a otro. Pero mis esperanzas eran inútiles. Todo se ponía cada vez peor.

A veces me calmaba por unos momentos. Entonces escuchaba atentamente los ruidos del exterior. Curiosamente, los ruidos prácticamente cesaban cuando yo me tranquilizaba. Comencé a pensar que el problema era conmigo. ¿Que querrían hacerme? Lentamente fui desarrollando la conciencia de que tendría que defenderme. No iba a dejar que me hicieran daño. No iba a dejar que me robaran mi tranquilidad. Me defendería. No sabía como. No me habían agredido nunca. Pero obviamente ahora estaba siendo atacado. Aquella violencia a mi alrededor no podía ser fortuita.

Por fin llegó el momento. Tal como había presentido, en uno de esos episodios de agitación, en medio de la más terrible angustia y desesperación sentí que la sangre me subía a la cabeza con tanta fuerza que me volvía loco. Sin saber porque comencé a convulsionarme rabiosamente. Entonces fue que lo sentí. Algo terrible y monstruoso me presionó la cabeza por la derecha. Fue como un empujón violento y brutal. Traté de quitarme aquello de la cabeza, pero no pude. Algo me aguantaba los brazos. Traté de empujarme con los pies, pero fue peor. Ahora senti la presión por el lado izquierdo. Me apretaba la cabeza por ambos lados. Traté de virarme en un último esfuerzo, y lo único que hice fue empeorar aun mas. Una claridad espantosa me deslumbró. Una luz como nunca antes había visto me llenaba los ojos con un torrente de calor.

Tantas cosas sentí en aquel momento, que apenas podía mantener la conciencia. El ruido se hizo de pronto tan insoportable como la luz.

Un olor desagradable y penetrante me ahogaba. La presión en mi cabeza aumentaba y ahora sentía como el cuello se me estiraba dolorosamente. La presión en mi cabeza me obligaba a virarla hacia un lado. Sentí opresión en el pecho y los hombros. A medida que me halaban, la presión se corría lentamente hacia el vientre. De pronto, sentí libres los brazos. Fue la primera vez que pude responder a la agresión. Con todas mis fuerzas, traté de quitarme aquella cosa de la cabeza. Sin embargo, mis brazos no tenían la fuerza ni la coordinación necesaria. En medio de mis sacudidas por liberarme, me halaron, hasta dejar libres también mis piernas.

Solo entonces sentí que disminuía la presión en mi cabeza. Pero casi instantáneamente, me agarraron por los pies. Todo el peso de mi cuerpo pendía de aquella cosa que ahora me mantenía cabeza abajo. Con todas las fuerzas que pude acopiar, me rebelé y comencé a manotear. Entonces fue que vino lo peor. Aquella bestia, me golpeó fuertemente en las nalgas. Una indignación se apoderó de mi razón. No toleraría aquello. Bestia o no, lo iba a pagar. Tiré golpes a derecha e izquierda con toda mi fuerza y la esperanza de que pudiera alcanzarla. Creo que no la alcance, porque volvió a golpearme brutalmente en las nalgas. No se cuantas veces me golpeó. No se si logré alcanzarla con algún golpe o si simplemente desistió de dominar mi voluntad.

Entonces tuve que hacerlo. Con todas mis fuerzas lancé mi primer grito de guerra. Por primera vez mis pulmones se llenaron de aire. Otros gritos se sumaron al mío. Rápidamente me voltearon y me acostaron sobre algo duro. Me manosearon la cara y todo el cuerpo. Me presionaron por aquí y por allá, pero no me hicieron mas daño. Solo una sensación extraña cuando me halaron algo que tenia en el ombligo. Como un pinchazo. Luego me presionaron el vientre. No obstante yo seguía gritando por si acaso. Realmente estaba asustado y no se me ocurría hacer ninguna otra cosa.

En algún momento terminaron todos aquellos trajines y me acostaron junto a alguien que estaba por allí cerca. Era alguien que no parecía haber pasado por lo mismo que yo, porque apenas se movía y no gritaba. Sentí un calor y un confort parecido al que yo estaba acostumbrado antes de este lío. Entonces me toco la frente con suavidad. El aire caliente me cubrió la cara. Sentí un olor agradable. Algo que no olvidaría jamás. Me pareció que ya estaba seguro y dejé de gritar. Unos momentos mas tarde se calmó todo el bullicio y nos dormimos abrazados. Extenuados, pero al fin tranquilos.

Tuesday, September 18, 2007

Se vende

Se vende Blog casi sin usar…

Lo vendo por hechicero.

Porque me ha pagado mal.

Aspirante a blogero arrepentido

Tras haber intentado, sin saber,

Cuan difícil resulta mantener

Un Blog decente bien atendido…

Como he comprendido que no tengo tiempo para leer todas las cosas buenas que escriben los otros, y escribir a la vez mis ideas, he pensado reducir el número de artículos que publicaré en el futuro.

El lector en mi ha ganado la batalla por el momento.

Aclaro que esto no es una estratagema para ganar tiempo y aparecerme dentro de poco con una pila de súper artículos bolaos y derrotar a todos los demás en esta batalla de decirlo todo. Na. Es que de verdad no tengo tiempo.

No esperen mucha actividad por aquí hasta que afloje un poco el trabajo o coja una hepatitis.

Voy a continuar contestando a los que amablemente dejan sus comentarios es mi blog.

Friday, September 7, 2007

Uno.

Uno empezó chiquitico y no entendía nada. Creo que era el 58. Oía que había una guerra y que habían secuestrado a Fangio. Que Batista era un hijeputa, pero que era el hombre fuerte y que tenía controlado a los barbudos. Un día en la escuela la maestra dijo que había que hacer un dibujo libre y uno pintó una flor y una bandera y escribió con letra insegura “Viva Cuba Libre”. Al final de la clase la maestra dijo que el dibujo estaba bonito, pero que los niños no debían meterse en política y que si Fidel se enteraba, uno podía tener problemas. Unos meses más tarde lo dijeron por el radio. Batista se fue pal carajo y ahora el que manda es Fidel.

Uno estaba marchando un día en un parqueo de Columbia. El venía en una máquina grande de color rojo vino, con unos picos grandes en la parte de atrás. Un colepato. Otros dos colepatos le seguían de cerquita. Y uno le dio la mano como todos los otros niños. Era Fidel. El sonreía con los dientes picados. Preguntó que como estábamos y dijo que teníamos que ser buenos revolucionarios y subir los cinco picos. Preguntó que quienes eran Jóvenes Rebeldes. Unos cuantos si, otros no. Uno dijo “A mi no me deja mi mamá”. El dijo que los revolucionarios se deben a la Revolución y que si los padres no quieren, uno tiene que hacer valer sus principios y acudir al llamado de la Revolución.

Uno preguntó a su mamá que cosa son “sus principios” y ella dijo que portarse bien y hacer caso a su mamá. Y uno quedó todo confundido. ¿Como iba uno a acudir al llamado de la Revolución si su madre de uno le decía que no podía irse a subir los cinco picos?

Por fin uno convenció a su mamá de que todos los otros niños eran Jóvenes Rebeldes y ella accedió. Uno se apuntó en los Jóvenes Rebeldes con 9 años. Y siguió marcha que te marcha hasta que escogieron a los más grandes para subir los cinco picos. Y allá se fueron para El Escambray. Entonces uno se quedó atrás porque había que tener al menos 11 años y decir que uno tenía 12. Y uno siguió marchando. Uno, dos, tres, cuatro. Comiendo mierda y rompiendo zapatos.

Thursday, September 6, 2007

Tomates

Hoy cuando venía del trabajo pasé cerca de un jardín donde tenían unas matas llenas de tomates.
Por un instante me imaginé a alguien parando el carro para robarse los tomates y llegar a su casa para ser recibido como el héroe que salva el juego.
Me quedé con una sensación de culpa por haber pensado mal de mis compatriotas.
Quizás ya no sea como en los 90s?
Quizás un día la gente dejara de robarse los tomates para comer?
Quizás un día se nos quite este complejo a los que podemos comprar los tomates en el mercado...
Porque de verdad que hay que hacer algo...

Sunday, September 2, 2007

Películas prohibidas

También había películas prohibidas.

En los 60s creo que había poca gente que quisiera ver las películas prohibidas. Habíamos pasado a un mundo diferente y entendíamos que había una nueva realidad que llevaba cine nuevo. Cine aburrido. Cine de “Pan y Rosas”. Películas rusas de gente pasando trabajo después de la guerra.

Pero luego los encargados de dirigir el barco del cine fueron experimentando con los japoneses, italianos franceses, cualquier cosa con tal que no fuera cine americano. Y por cierto que mucho bueno vimos. Por ahí anda todavía Colina y otros, tratando de explicar el trabajo que pasaban para tratar de manejar aquel barco. Creo que lo hicieron bastante bien dadas las circunstancias.

Pero luego en los 70s ya había mucha más gente con opiniones propias. Había un club de cine en la Cinemateca. Allá íbamos dos veces a la semana a ver algunas películas que no se veían en los cines de barrio. Antes de comenzar la película había una pequeña introducción y al final una discusión. A veces la discusión era interesante. Algunos querían ver películas americanas. Con el pretexto de criticarlas claro está… Cine malo y comercial, pero entretenido. Un día un muchachito con pantalones Bermudas y un cierto acento feminoide se paró a defender a capa y espada a un director americano de las películas del oeste. En aquella época no existía aun la tolerancia con los homosexuales. No existían aun los gay. Solo había maricones. Pero con aquella desventaja, poco pudo hacer el pobre muchacho. Y el cine del oeste siguió prohibido. También estaban prohibidas las películas de los Beatles. No pudimos ver “Help”. Ni “A Hard Day’s Night”. Todo eso era prohibido. Sin embargo nunca logré entender como fue que lograron poner “Z” de Costa Gavras. Era tan fuerte la semejanza con la represión en Cuba, que al final de la película, nos parecía que iban a estar afuera esperándonos los carros de policía para llevarnos presos por ver películas subversivas. Miedo a que te metan preso por ver una película… Ya se me había olvidado esa sensación.

¿Alguien puede decirme si aun es así en la Cuba de hoy?