Monday, November 19, 2007

El Parqueo

Me gusta el parqueo del centro comercial de Côte St-Luc. Tiene su cosita diferente. Abundante. No hay discusión a la hora de parquear. Claro, siempre que no pretendas dejar tu carro a menos de 50 metros de la entrada del mercado, o de cualquier otra tienda. Porque el parqueo es común con el gimnasio de Scwarzeneger, la farmacia de Cumberland, Prohome y toda esa pila de tiendecitas del aristocrático Côte St-Luc.

Siempre hay unos 10 o 15 espacios libres en la primera fila, pero esos son para los que tienen el sellito de minusválido en el parabrisas. Incluye tanto a los minusválidos como a sus familiares, amigos y conocidos.

Si no estamos a treinta grados bajo cero, realmente no es una gran tragedia, así es que yo estoy habituado a ir directo a la esquina del banco y dejar allí el carro. A veces me pregunto si no será mejor venir caminando desde casa. Son tres o cuatro cuadras más. Generalmente me consuelo riéndome de los que se empecinan en coger un buen puesto y se pasan largo rato dando vueltas acechando a los que se van para ocupar su lugar. Una guerra de nervios. El viejito de la gorra blanca viene con sus jabitas y parece que se va a dormir la siesta. El BMW rojo con los cristales oscuros se mueve amenazadoramente y la viejita del Volvo se atraviesa intransigente en el medio del parqueo. Un Escort blanco del 91, deportivo, arrogante, se asoma por el otro lado y la viejita lo ataca con una mirada feroz. Lo para en seco. Pero como para que no quede duda, levanta la ceja izquierda y el índice derecho en señal de advertencia. Todo el mundo se queda unos segundos en expectativa. La gorrita blanca se mete dentro del Cadillac. No pasa nada. No se siente el motor de arranque. La vieja da unos golpecitos nerviosos en el timón, se mira en el espejo del parasol y se arregla un mechón que se le movió ligeramente del lugar exacto. Pero el Cadillac no se mueve. Por fin el de la gorra blanca se baja nuevamente y después de cerrar la puerta con llave, se encamina despiadadamente hacia la entrada de la farmacia. Quien sabe el trabajo que le costó conseguir ese puesto! No lo va a entregar así mansamente. Probablemente va a estar ahí hasta las 7 menos diez, pero no más, para llegar a tiempo a su casa antes que comience Star Trek.

Montreal, 6 Junio 1995

No comments: