Me estoy especializando en esta profesión de esperar.
Cualquiera puede pensar que es fácil esperar: No hay que hacer nada. Sin embargo: ¡Que difícil resulta!
Todavía hay veces que me entretengo y me pongo a hacer otra cosa. Por ejemplo a bobear con la computadora, o a mirar por la ventana. Pero eso no es esperar. El secreto de una espera bien hecha está en no tratar de hacer otra cosa mientras se espera. Algunos piensan que si se hace otra cosa uno se distrae y se le olvida que está esperando. No es así. Cuanto más te empeñas en olvidarlo, más te desesperas. Yo por ejemplo, lo enfrento valientemente: Si, estoy esperando: ¿Y que? No me duele nada, no me cobran nada por esperar, no le hago daño a nadie y no contamina el medio ambiente.
Y ¿Que espero? Bueno, ese es el otro problema. La mayoría de la gente espera una cosa determinada. Por eso se atormentan y se preguntan que cuándo llegará. Sin embargo, la espera pura y desinteresada no tiene ese inconveniente. Todos los días llegan cosas. El verdadero esperador se ve recompensado constantemente por el torrente de cosas nuevas que nos cae arriba.
No importa realmente si uno esta sentado en los banquitos de la estación del metro de Vendôme o acostado bajo una mata de cocos en Hawai. La espera no esta ligada al mundo de las coordenadas. Se espera por dentro. Por eso no hay riesgo de que te pierdas algo por no estar en el lugar preciso a la hora adecuada.
Si tienes la suerte de estar acompañado puedes aprovechar y conversar un poquito. Pero nunca cometas el error de tratar de mitigar la angustia de una espera infructuosa con una conversación estéril. Salen mal las dos cosas. Pero si se actúa honestamente se puede esperar lo mismo sólo que en compañía.
Quizás lo que más confunde a la gente es que no saben cuando deben comenzar a esperar y casi nadie sabe a ciencia cierta si se puede dejar de esperar algún día. Yo soy adepto a la teoría de la espera absoluta. Como categoría filosófica la espera es eterna. Ni se crea ni se destruye. Pero a diferencia de la materia, tampoco se transforma. Siempre es así. Invariable, incorpórea e insoportable.
¡Que ganas tengo de que me llegue la residencia! ¡Coño!
Montreal, 6 de Junio de 1995
Yo creo que esa espera está dentro de las más enloquecedoras del mundo, sobretodo para un cubano.
ReplyDeletePero bueno...como cubano, precisamente, se puede esperanzar uno con que la espera siempre ha valido y valdrá la pena.
Esperar con fe y recibir lo esperado: nada fácil, pero vaya que se siente sabrosa la recompensa.
¡Saludos!
St.Jose, Conozco a un cubano que le demoraron la residencia como 6 años o que se yo cuanto.
ReplyDeleteFinalmente se la dieron y le dijeron que habia sido un error de seguridad...
Te imaginas?
Saludos.
Al Godar
eso se llama neurosis de espera... digo yo... como una variante de angustoa...
ReplyDeleteYo estuve 12 años esperando para ver de nuevo a mi madre, y otros 8 más para poder ver la cara de alegría de mis padres al poder tener cerca a sus cuatro hijos. Creo que en esto de esperar, no hay quien le gane a los cubanos. Saludos!!
ReplyDeleteSi de algo te ayuda, hay gente que lleva casi 50 años esperando por que pase algo en Cuba "que lo borre de pronto" y na´ seguimos esperando.
ReplyDeleteOye man, esto es de lo mejor que he leido en mucho tiempo. Si me das permiso, lo cuelgo en mi Blog.
Espero por tí
Despues de haber esperado casi 50 años, eso nos da derecho a considerarnos buenos en eso de la espera...
ReplyDeleteYoyo, si quieres ponerlo en tu blog, con muchisimo gusto te lo presto...
Muchisimos saludos a todos...
La espera como una categoría kantiana, la espera pura, pura espera del que no desespera en su acto completamente desinteresado de esperar. La espera como verbo intransitivo, sin la preposición "por" afeándole la cola
ReplyDeletecómo me ha gustado esto, man, Yoyo tiene razón: de lo mejor
saludos
el que espera lo mucho espera lo bueno.
ReplyDeleteGenial post and this enter helped me alot in my college assignement. Say thank you you seeking your information.
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