Monday, October 22, 2007

Hinojosa.

Era un sábado lluvioso como todos.
¿ Cómo explicarán los meteorólogos que siempre llueve los sábados?
Estábamos allí en aquella misma aula donde yo había dado mis clases de
Química Física por la mañana.
En las esquinas de la pizarra aun podían verse algunos fragmentos de las ecuaciones de Arrhenius y Maxwell-Boltzmann.
Estábamos un poco más cansados que de costumbre. Como siempre.
Había un calor pegajoso. Como siempre.
Tomás trataba en vano de hacernos entender que había que sancionar a Hinojosa.
- El compañero Hinojosa ha cometido un error imperdonable. No solo se negó a cumplir una misión internacionalista asignada por la revolución, sino que no reconoce su error.
- Pérate un momento chico - Dijo Zenaida - ¿Pero no dicen que eso es voluntario? Yo la verdá que no entiendo porque hay que sancionarlo.
El Hino es un compañero intachable. Jamás ha tenido un problema con sus clases, hace todas sus guardias, participa en todos las reuniones... es un ejemplo en los círculos políticos... ¿Que mas tu quieres chico? ¿Hasta dónde vamos a llevarlo? Ya bastante tiene con que le hayan quitado el carné de la juventú. ¿No?
Otros murmuraban bajito aunque no se atrevían a decir las cosas como Zenaida.
Tomás no cedía. Seguía repitiendo su convincente argumento una y otra vez: Había fallado. Una debilidad ideológica. Tenia que haber dado el paso al frente. Tenia que reconocer su error.
Hinojosa trató tres o cuatro veces de hablar. No lo dejaron. Jesús el de la ujotacé lo mandó a callar violentamente:
- Aquí tu no tienes nada que decir. Esto es una asamblea para discutir tu caso con los trabajadores.
El negro Tomás hizo como para tocar a Jesús por el codo, luego dudó un momento como tratando de acordarse de algo. Finalmente aclaró:
- Bueno Jesús, él va a tener la posibilidad de hablar al final.
- Pues yo no estoy de acuerdo - Dijo Jesús. En un final él no es más que un traidor y no tiene nada que hablar aquí. Esto es una asamblea de trabajadores revolucionarios.
El negro dudó otro poco pero finalmente dijo con decisión:
- Jesús: está bueno ya. El compañero Hinojosa va a hablar después. Son las orientaciones que tenemos. Tenemos que darle la oportunidad de que rectifique su error.
Una mosca se posó en la frente del negro. Una 91 frenó escandalosamente afuera en la Quinta Avenida. Todos aprovechamos el lapso para tragar.
Ramón levantó la mano desde el fondo del aula. Tomás trató de no verlo. Zenaida aprovechó para rematar:
-Mira chico, porque no le das la palabra al Mongo que estuvo en Angola y sabe bien como es eso. Déjalo que él te cuente...
Tomás dio la palabra a Ramón de mala gana. Tenía miedo que fuera a meter la pata. Es cierto que había estado en Angola, pero precisamente por eso, hubiera preferido evitar sus comentarios.
-Bueno, está bien Ramón, pero ve concreto al tema que nos interesa: El compañero Hinojosa tuvo una debilidad y tiene que reconocer que falló...
Ramón se levantó con indecisión. No estaba seguro que lo que iba a decir sirviera de nada, pero creía que debía decirlo:
-Caballero. Yo entiendo que nojotro tenemo el debel de ayudal a loselmano angolano. Pero la cosa allá está del caraj...
-Está bien Ramón, siéntate... -Dijo Tomás. - Ya tu distes tu opinión.
No... es que yo quería decir que...
- Siéntate Ramón... ¿Quien más quiere opinar?
Y Ramón se sentó tímidamente. No recuerdo quien mas habló, pero nadie dijo nada en realidad.
Al final le tocó el turno a Hinojosa.
Trató de defender su punto de vista: No entiende porque los cubanos tenemos que ir a Angola. Eso es allá lejos. África. Lo de nosotros es aquí en Cuba.
No entiende porqué tiene que ser obligado. El que quiera ser héroe que vaya, pero él no es héroe. El es maestro. De Química. Ni siquiera de Historia o de Economía Política.
Tomás repitió un par de veces más su argumento convincente: El compañero Hinojosa falló.
Finalmente como a las seis de la tarde, Tomás sacó una carta de su carpeta y la leyó.
... el compañero Hinojosa debía ser separado de su puesto de maestro.
Teniendo en cuenta su destacado historial revolucionario, se le daría una oportunidad de continuar en el centro en otras funciones que se le asignarían posteriormente.
A mi se me hizo un nudo en la garganta. No era tanto que me daba pena con Hinojosa. Me daba pena conmigo mismo que no había tenido el valor de pararme y decir lo que pensaba como había hecho él. Traté de consolarme con la idea de que de nada hubiera servido y me hubiera metido en un lío yo también.
Cuando nos encontramos allá en la cátedra mientras recogíamos las cosas para irnos, le dije:
- Hino, lo siento asere...
Me miró comprensivamente y me dijo:
- Yo te entiendo asere. No se puede hacer nada. No te quemes.

Afuera seguía lloviendo como todos los sábados.

8 comments:

  1. Conocimos a un chico que estuvo en Angola "voluntario" y nos contó unas cosas que parecían sacadas de una película de terror. Un saludo.

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  2. Lo que es realmente espeluznante, es que ese tipo de reuniones, fueron muy populares, y supongo que todavía lo son, como método de control y castigo para todo el que pensara diferente o se negara a formar parte de la comparsa nacional.
    Nadie que no lo haya vivido en carne propia puede imaginar lo duro y triste que es verse cuestionado en una reunión por todos las organizaciones ideológicas de tu escuela o centro de trabajo, y la desilusión que te llevas cuando ves que estás rodeado sólo de cobardes. Que nadie se atreve a hablar. Casi nadie te defiende aún sabiendo que piensan exactamente como tú. Encima, "es de ti, pero no contigo". Y cualquier cosa que digas será tomada en tu contra.
    Creo que es en momentos como ésos cuando realmente hemos aprendido los cubanos que estamos muy desunidos, que las organizaciones nos machacan desde su pedestal de ideologías impuestas y caprichosas. Que en el fondo, por más que nos duela reconocerlo, tenemos que seguir nuestro camino en solitario y vivir nuestra vida personal lo mejor que podemos, porque aquel país, nadie se une para arreglarlo y cuando podíamos hablar, callamos.
    Creo que es un cuento muy bueno e ilustrativo de la realidad institucional cubana. Y que conste, en el caso de Angola, no se sabía quién los llevaba mejor colocados: Si los que se iban a morir o los que se quedaban para que otros les llamaran cobardes o gusanos.
    En mi caso, me alegro de no haber tenido hijos varones y de no haber vivido una situación así como madre, porque primero presa, que permitir que llevaran a mis hijos a una guerra de otros, inventada por otros, y para beneficiar a otros.

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  3. Muy bien por Isaeta.

    Todos pasamos por similares situaciones. Para enfrentarse a esa maquinaria de control social había que poseer un enorme idealismo. Había que tener una gran fe en el prójimo, precisamente en esa metralla de intimidados en la que uno estaba sumergido. Así que no era tácticamente sano. Quién no lo comprendió, se estrelló y no consiguió nada, sino apenas más terror en la metralla. No hay contraejemplos.

    Quedaba una opción: el diversionismo. Crear confusión y desviar el conflicto a planos personales de los Tomases y Jesuses. Funcionó un par de veces.

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  4. Isaeta:
    Gracias por tu visita y tu magnífico y sentido comentario. Creo que es así como vamos a arreglar a Cuba.
    Discrepo en eso de que tenemos que seguir nuestro camino en solitario y vivir nuestra vida personal lo mejor que podemos, porque aquel país, nadie se une para arreglarlo y cuando podíamos hablar, callamos.
    El simple hecho de discutir estas cosas entre todos, nos ayuda a mejorar.

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  5. Guicho,
    Coincido pleanmente con tu primer parrafo. Muy acertado.
    Pero asere, en el segundo me dejaste botado...
    No entiendo lo que quieres decir.

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  6. Disculpa, no se cómo escribir la diéresis...
    Ah! Ya lo encontré: Alt + 0252.

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  7. Al Godar,
    no hay misterio, bro. En un par de reuniones de esas -lo digo sin el menor alarde- pude manipular a favor del acosado, enfocando el proceso como un asunto personal de los "fiscales" contra el susodicho. No era una fórmula perfecta, ni resultaba siempre posible. Además llevaba una buena dosis de grosería y revolico, pero el resultado final fue satisfactorio, pues no hubo sanción. Y es que para castigar los "fiscales" necesitaban la pasividad de la masa. Esta no era enervable con razones políticas o apelando al sentido común, pero sí por una trifulca personalizada. Era el mismo principio de jugar con la cadenita y no con el mono, pero dándole un uso humanitario. En realidad lo conseguí tres veces, en una era yo mismo el acosado.
    Saludos

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  8. Buena estrategia.
    Algo de eso habia entendido, pero nunca lo vi aplicado en la practica.
    Lamentablemente en esa epoca yo estaba aun muy confundido y realmente no tenia el valor de enfrentarme ni la astucia para desviar el tema.
    Gracias por la aclaracion
    Saludos,

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